Palmira meets Roetz

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La semana pasada aprovechamos unos días de vacaciones por el centro de Europa para ir Amsterdam a conocer de primera mano la fábrica de Roetz, a sus trabajadores y ese bonito proyecto que emprendieron hace ya siete años. Roetz es una marca de bicicletas que comparte mismo espíritu que Bicicletas Palmira: convierten en nuevas, bicicletas holandesas abandonadas, dando empleo a diferentes sectores de la población que tienen la entrada en el mundo laboral complicada, bien por su condición de migrantes refugiados o bien por ser personas con algún grado de discapacidad. Además, también dan empleo en forma de prácticas a estudiantes del grado de mecánica de bicicletas (sí, en Holanda y en otros países del norte de Europa existe esa titulación), para que puedan cumplir con su currículo obligatorio de prácticas antes de recibir el título.

Cualquiera que haya estado un día, o aunque sea unas horas, en cualquiera de las ciudades y pueblos de Holanda, se habrá podido percatar del amor, respeto y afición de sus habitantes por las bicicletas. Según las estadísticas, hay más del doble de bicicletas que habitantes y eso, además de dotar de un color especial a las ciudades y hacer que sean más eco friendly y amables, supone también un problema por la cantidad de bicicletas abandonadas que existen. Por eso, desde Roetz, quieren dar una segunda vida a todas esas bicicletas que se rescatan cada año de los ríos, canales o que están abandonadas en las aceras. El ayuntamiento de Amsterdam tiene una flota enorme de bicicletas en el depósito de vehículos abandonados, y en Roetz, por un simbólico precio, se las compran para fabricar sus bicicletas.

Llegamos a la Roetz Fair Factory temprano a las 9.30 de la mañana, así que lo primero que nos ofrecieron fue un café de bienvenida. Misha se encargó de hacernos un tour por sus instalaciones: una nave grande con espacio para dos cadenas de montaje (y desmontaje), almacenamiento de bicicletas viejas a convertir en nuevas, almacén y oficinas. Dependiendo del día y de los alumnos en prácticas, trabajan en la Fair Factory más de 12 personas, en todo tipo de tareas, desde mecánica hasta marketing.

A diferencia de Bicicletas Palmira, donde reciclamos bicicletas de paseo y de carretera de todo tipo y nacionalidades,  las bicicletas Roetz provienen siempre de marcas holandesas con rueda grande de 28″. Además, como casi todas las marcas holandesas solían fabricar sus bicicletas bastante estandarizadas, eso les facilita mucho el convertir las viejas bicicletas en bicis nuevas con componentes modernos. Os invitamos a visitar su página web y ver el buen gusto que tienen sus bicicletas.

Si con el despiece que obtenemos de la recuperación de las viejas bicis abandonas, nosotros lo guardamos para reparar otras bicicletas en nuestro taller Ciclofactoria, ellos, en Roetz, se lo dan de vuelta al ayutamiento de Amsterdam, pues ellos se encargan de reparar otras bicis abandonadas de su depósito para venderlas a bajo coste. Así, se procura alcanzar una economía circular total, en la que apenas se generan desechos, si no que se reciclan.

Fue un placer conocerles y ver cómo ha evolucionado y crecido un proyecto humilde que comparte mismos valores que Palmira. Fue una fuente de inspiración y una buena ocasión para tejer redes y crear sinergias entre dos marcas de bicicletas amigas, tan especiales y diferentes de la mayoría de marcas que abundan en el mercado global.

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